En este post me centraré en contextualizar los ámbitos de la educación y la formación dentro de la Estrategia 2020 y veremos si España alcanza los objetivos fijados y qué tareas quedan aún pendientes en ambos ámbitos.
La estrategia Europa 2020 tiene por objeto garantizar que la recuperación económica de la Unión Europea (UE) después de la crisis económica y financiera reciba el apoyo de una serie de reformas para construir unas bases sólidas para el crecimiento y la creación de ocupación en la UE hasta 2020. Al mismo tiempo que hace frente a las debilidades estructurales de la economía y los asuntos económicos y sociales de la UE, la estrategia también tiene en cuenta los desafíos a más largo plazo que suponen la globalización, la presión sobre los recursos y el envejecimiento. Dentro de los puntos clase de la Estrategia Europa 2020, en lo que se refiere a educación, se han establecido como objetivos reducir la tasa de abandono escolar por debajo del 10% y aumenta hasta al menos el 40% la tasa de titulados de la enseñanza superior.
Cada año, la Comisión Europea elabora el Monitor de la Educación y la Formación (de ahora en adelante MEF), un informe en el cual se recogen diferentes indicadores y que sirva de guía para los países miembros a la hora de elaborar sus políticas económicas en materia de educación y formación. Además, este informe también se enmarca dentro de el marco financiero plurianual de la Unión Europea, señalando los ámbitos en los que debe financiarse la financiación procedente del mismo.
El último informe disponible es el del año 2019, donde la situación de España, en 2018, sería la que encontramos en el siguiente cuadro:
En la primera fila, encontraríamos el porcentaje de abandono escolar. Es reseñable que en apenas 9 años, hemos conseguido reducir casi a la mitad el alto porcentaje del que partíamos en 2009. No por ello debemos conformarnos, y el 17,9 por ciento sigue siendo un porcentaje alto y lejos del objetivo europeo del 10 por ciento.
De la tasa de titulados en Enseñanza Superior, España se posiciona en un 42,4 por ciento en el año 2018, alcanzando el objetivo y superando a la media de la Unión para ese mismo año (40,7 por ciento). A pesar de este buen dato, lo cierto es que la tasa de paro juvenil (población entre 16 y 25 años) se sitúa en el 39,61 por ciento a día de hoy, siendo algo más alto dentro de las mujeres.
Otro indicador que recoge el cuadro es la tasa de fracaso escolar por procedencia (inmigrante o no) y sorprende que la tasa de fracaso escolar para estudiantes inmigrantes es el doble que la de estudiantes nativos.
Sin entrar en un análisis profundo de la materia, para entender el alto porcentaje de fracaso escolar debemos conocer las causas que lo originan. Como señalan Romero y Hernández (2019) en la siguiente tabla:
Dentro de las causas exógenas, el período de crisis económica iniciada en 2008 ha supuesto un freno y condicionante de cara a aproximarnos al porcentaje objetivo del 10%, dado que la situación económica de muchas familias se ha visto agravada e incluso en los años posteriores a la crisis no ha habido un cambio sustancial en las rentas más bajas, estrato social que más se ve abocado a sufrir las desigualdades educativas. Estos factores junto con la situación de precariedad y dualidad del mercado laboral español podrían servirnos para describir a grandes rasgos algunos elementos estructurales.
Dentro de los factores institucionales, se intuye una deficiente atención al fracaso escolar, siendo necesaria una mayor incidencia en su prevención con la elaboración de unas líneas de actuación específicas que entrarían en el ámbito de la intervención socio-educativa.
Otros aspectos señalados en el MEF es el problema de los contratos interinos, señalando que el 25 por ciento del profesorado es interino, lo cual quiere decir que no mantienen una plaza fija en el centro educativo. Esto supone un problema de cara a crear un ambiente estable y cohesionado con el alumnado. Otro problema relacionado con el profesorado es la media de edad, encontrando al 44 por ciento de los profesores de secundaria y bachillerato por encima de los 50 años. Se hace una recomendación de ir disminuyendo esta media de edad en la próxima década.
El porcentaje sobre el PIB destinado a educación se ha quedado estancado cerca del 4 por ciento, por debajo de la media de la Unión que fue del 4,6 por ciento en 2017. Este es otro de los aspectos a tener de cuenta de cara a mejorar, dado que es tan importante la calidad de la enseñanza como la cantidad de recursos que destinemos a ella.
Como reflexiones finales, me gustaría dejar el enlace al vídeo "Cuestión de educación" programa Salvados, febrero 2013, del cual podemos extraer algunas conclusiones que nos pueden ayudar a entender la situación actual; y señalar que el desempeño de España está siendo positivo ya que se puede comprobar una evolución favorable en los principales indicadores, aunque ello no tiene que hacernos conformarnos y tiene que ser motivo suficiente para continuar con los progresos. La educación no es flor de un día y es necesario sentar ciertas bases para que el sistema sea funcional y que problemas como el fracaso escolar no se conviertan en fallos endémicos.
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