Este post lo dedicaré a una reflexión personal sobre el concepto de educación y los valores que, desde mi punto de vista, debemos o al menos deberíamos, intentar transmitir los docentes a nuestros alumnos. Para definir la educación, me gustaría usar la definición del educador brasileño Paulo Freire. Él presenta una visión de la educación cimentada en el rigor, la investigación, la actitud crítica, el riesgo, la humildad, el buen juicio, la tolerancia, la alegría, la curiosidad, la competencia y otras virtudes, todas ellas bañadas por la esperanza. Para Freire el principal valor y objetivo de la educación es la transformación de un mundo desigual e injusto en uno ético y profundamente solidario. Freire siempre albergó las posibilidades del cambio y la transformación. Por este motivo defiende la esperanza como una virtud muy importante en la práctica educativa de cualquier docente. No debemos olvidar que cuando Freire (1997) habla de esperanza y de la posibilidad de cambiar el mundo es plenamente consciente de las dificultades y obstáculos existentes. A raíz de lo anterior, señala lo siguiente: Al hablar con tal esperanza de la posibilidad de cambiar el mundo, no quiero dar la impresión de ser un pedagogo lírico o ingenuo. Al hablar de esta forma, no desconozco lo difícil que se hace, cada vez más, implicarse a favor de los oprimidos, de aquellos a quienes se les impide ser.
Lo cierto es que como economista, tengo que hablar de lo que nos cuenta la evidencia empírica, toda la literatura en este sentido sobre la educación como ascensor social y es que se demuestra que sí, que la educación es problema y solución y que depende en muy buena parte de tres factores estructurales: estatus socioeconómico, composición familiar y herencia genética.
¿Qué quiero decir con esto? La evidencia empírica plasmada en la literatura reciente e informes como PISA demuestran que el estatus socioeconómico y el nivel socioeducativo de los progenitores solo explican una parte mínima del rendimiento económico. No obstante, las conclusiones que arrojan no son nada desdeñables: la educación puede funcionar como ascensor social o bien como elemento reproductor de desigualdades de clase, existen variaciones internacionales en este resultado dado el peso del origen social. Otra conclusión de la evidencia empírica es que la educación de los progenitores al igual que el prestigio de su profesión están positivamente correlacionados con la educación del hijo. En relación a la composición familiar, la teoría indica que la ausencia de uno de los progenitores producirá un descenso en la disponibilidad de recursos económicos, lo cual afectará a todos los ámbitos del hijo, como la sanidad y la educación. La evidencia empírica corrobora este resultado, aunque existe variabilidad en el resultado dependiendo del país. Por último, la herencia genética. Sin necesidad de llevarlo a un enfoque genetista, se hace necesario determinar cuál es el peso de la inteligencia heredada, hecho que queda difuminado bajo la influencia del estatus socioeconómico. Para separar ambos, la propuesta más concluyente y robusta ha sido la línea de investigación que usa como muestra a familias puramente biológicas junto con familias con hijos adoptivos. Los resultados son concluyentes en que un modelo estadísticamente bien especificado, demuestra la influencia significativa de la herencia genética, aunque no podemos generalizar la cuantificación de este efecto debido a las diferencias de los estudios llevados a cabo en diferentes países, principalmente Estados Unidos y Suecia. Estos estudios sirvieron para afianzar la hipótesis inicial: el estatus socioeconómico de la familia es estadísticamente significativo, dado que se demostró su relevancia en ambos tipos de familias.
Entonces ¿Qué debemos transmitir los docentes si la educación queda dentro de estos interrogantes?. Estos valores tienen que ir en consonancia con los valores promulgados por el centro. En el aula hemos realizado una actividad de rol en la cual cada uno tomábamos un papel dentro de la organización formal del centro: profesor, representante del ayuntamiento, jefe de estudios etc con el fin de poner en común qué valores debería llevar un centro por bandera.
La puesta en común concluyó con valores como la diversidad, solidaridad, respeto y responsabilidad. Lo cierto es que se generó un debate fuerte dada la propuesta de "prosperidad económica" como valor.
¿Qué quiere decir esto? ¿Tenemos que educar jóvenes que busquen solo el beneficio económico?. Desde mi punto de vista, tenemos que enseñarlos a ser ambiciosos y no conformarse con sus límites. ¿Qué quiero decir? Por ejemplo, un adolescente que quiera estudiar una carrera de educación, que no quiera limitarse a la carrera y la oposición si no que busque tener un máster, por ejemplo, que lo ayude a ampliar sus conocimientos y sea útil para su oposición, por ejemplo. Me refiero a esa ambición, a la de no conformarse en ningún momento y siempre tener esas ganas de mejorar su desarrollo personal.
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